CUANDO EL CUERPO SE ATACA A SI MISMO: ENFERMEDADES AUTOINMUNES

¿Qué tienen en común la artritis reumatoide, la diabetes tipo 1, la celiaquía, la tiroiditis de Hashimoto y la psoriasis?

Cómo seguramente ya sabéis, estas enfermedades afectan a diferentes órganos y tejidos del organismo. No parece que tengan nada en común, sin embargo, todas ellas son enfermedades autoinmunes. En este blog hablaremos de este tipo de enfermedades que afectan a aproximadamente un 20% de la población, así que si quieres saber un poquito más quédate y sigue leyendo (prometo no enrollarme mucho).

Las enfermedades autoinmunes, son aquellas en las que el sistema inmune cuya función principal es protegernos de enfermedades e infecciones, se altera y ataca a nuestras propias células, tejidos y órganos sanos. Cuando este ataque se produce hacia un órgano o tejido específico se conocen como órgano-específicas (por ej. diabetes mellitus I y miastenia gravis), en cambio, cuando no es selectivo y provoca una alteración generalizada, se produce una enfermedad autoinmune sistémica (por ej. lupus, esclerosis múltiple, anemia perniciosa, enfermedad de Crohn). Se han descrito más de 100 enfermedades autoinmunes, siendo algunas más frecuentes y otras en cambio raras.

 

Pero para entender bien esta alteración debemos saber cómo funciona el sistema inmunitario. 

 

1. El primer nivel o barrera que han de atravesar los patógenos (que son los causantes de enfermedades) para acceder al hospedador (nosotros) es atemporal, es decir que siempre está ahí e inespecífica, no reconoce al patógeno que está entrando. Esta barrera está compuesta por la piel (su pH y secreción sebácea), las mucosas (del tracto respiratorio y digestivo), la saliva, el pH del estómago, las sales biliares y las enzimas pancreáticas. Constituyen lo que se conoce como inmunidad natural, innata o nativa.

 

2. El segundo nivel de defensa se activa a las 24h de la entrada del patógeno y tiene cierta especificidad. En este caso, los defensores son moléculas y células (citoquinas, macrófagos, células dendríticas, …) que circulan por el organismo y cuando detectan un invasor lo capturan y destruyen evitando que se disemine por todo el organismo. Este nivel se conoce como Inmunidad innata inducida.

 

3. Por último, la inmunidad adquirida o adaptativa es el tercer nivel. Esta respuesta es específica y según los defensores que intervienen puede ser humoral o celular.

 

• La inmunidad celular está formada por los linfocitos T que liberan unas sustancias tóxicas llamadas citoquinas y por las natural killer.
• La inmunidad humoral está formada por los linfocitos B que producen anticuerpos (inmunoglobulinas) que neutralizan al invasor externo.

 

Por tanto, el sistema inmune se caracteriza entre otras cosas por la especificidad, la tolerancia al propio organismo, la memoria para responder más rápido ante un mismo patógeno y por ser autolimitante, es decir, que una vez destruido el patógeno la respuesta cesa o desaparece.

 

Sin embargo, en las enfermedades autoinmunes esta respuesta inmune adquirida de la que hemos hablado se activa frente a ciertos compuestos de nuestro propio organismo. En estos casos el sistema autoinmune deja de ser tolerante hacia ciertas partes de nuestro cuerpo y las reconoce como extrañas y además esta situación normalmente es crónica porque no cesa. El auto-ataque a partes de nuestro cuerpo suele producir inflamación (en la mayoría de los casos) que puede estar ligada a los síntomas que se experimentan.

 

La causa de muchas enfermedades autoinmunes no es clara, pero hay ciertos desencadenantes que se cree pueden afectar al desarrollo de un trastorno autoinmune.  En personas con predisposición genética hace falta también factores desencadenantes, como la excesiva exposición solar, las infecciones, tabaquismo, dieta, sexo, historial, entre otros.

 

El diagnostico en algunas ocasiones puede ser complicado, ya que los síntomas de estas enfermedades pueden parecerse a los de muchas otras. Los síntomas varían en función de la enfermedad, pero algunos podrían ser:

 

• Enrojecimiento, calor, dolor e hinchazón en una o más partes del cuerpo
• sensación de cansancio y fatiga constante
• Dolor y rigidez en las articulaciones sin un traumatismo previo
• Dolores musculares o debilidad
• Problemas de la piel como erupciones, llagas y piel seca o escamosa
• Falta de aire o dificultad para respirar
• Fiebre que va y viene
• Pérdida de apetito

 

Sin embargo, ante la sospecha de una enfermedad autoinmune existen pruebas analíticas y de imagen para la confirmación del diagnóstico.

 

En cuanto al tratamiento de estas enfermedades, se basan en la supresión de una parte o de la totalidad de la función inmunológica para evitar esta reacción hacia nuestro propio organismo. Estos tratamientos ayudan a manejar los síntomas, aunque no curan la enfermedad y cómo cualquier otro tratamiento, tienen efectos secundarios. Afortunadamente, en los últimos años ha habido una investigación creciente en este ámbito y esto ha permitido que los pacientes puedan recibir terapias que les ayudan a llevar una vida normal o a evitar la progresión de la enfermedad. Aún queda mucho camino, pero la investigación conducirá a la ampliación del conocimiento sobre estas enfermedades y al descubrimiento de nuevas terapias que permitan su control o curación.

 

Dependiendo de la enfermedad autoinmune, existen hábitos que podrían ayudar a controlar los síntomas. Por ejemplo:

 

• Disminuir el consumo de ultra-procesados y alimentarse de forma saludable
• Evitar el consumo de tóxicos como el alcohol, tabaco, …
• Introducción de complementos alimenticios (siempre consultando a un profesional de la salud) como vitaminas, minerales o probióticos.
• Mantener unos biorritmos fisiológicos y dormir lo suficiente
• Practicar ejercicio físico adaptado a la situación de cada persona
• Reducir el estrés en la medida de lo posible

 

Las enfermedades autoinmunes son complejas y diversas, espero que este blog os haya ayudado a comprenderlas y os haya resultado interesante.

 

Escrito por María Caballero 

Farmacéutica